Hoy he vuelto a salir con los Lalalá Bikers. Después de la pertinente siesta mis fantasmas han vuelto a aletear con fuerza. Últimamente me he habituado a llevar siempre encima tres escudos con los que consigo protegerme de ellos la mayoría del tiempo: los dos primeros son la bici y la cena de los viernes. La bici me obliga a pensar sólo en piernas y pulmones, y resulta relajante para la mente: cansar el cuerpo para descansar el alma, me repite una amiga una y otra vez. Al final tendré que darle la razón :-) La cena de los viernes es un elemento catártico y desestabilizador a partes iguales: en tanto en cuanto nos dean lo que es nuestro, discutiremos ese concepto con el fin de discutirlo (Pazos en Airbag). Eu ben me entendo, me decía mi prima cuando era pequeña. Muchas horas de sueño perdidas -invertidas- departiendo con mi morenita, mi tercer escudo, sobre ese tema. Con propósitos terapéuticos, claro, porque estas cosas no tienen solución: lo que no puede ser, no puede ser y además, es imposible (Charles Maurice de Talleyrand). O sí la tienen, pero cada solución es peor que la que acababas de descartar por descabellada. De vez en cuando estos tres escudos no paran el golpe e intento conseguir la estabilidad al estilo Wallace. Ueeeec, error. Esto sólo funciona en las películas...
¿De qué estaba hablando? Jo, me ha quedado otro de esos posts que no entiendo ni yo mismo.
¿De qué estaba hablando? Jo, me ha quedado otro de esos posts que no entiendo ni yo mismo.
1 comentario:
Tendremos que pulir los escudos con titanio.... o con mejores argumentos e intenciones. Eso sí, siempre que la inversión en horas de sueño no te castigue más las doloridas neuronas o que el cansancio de la bici no te impida soñar. Besis.
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