Ha sido uno de esos fines de semana que te dejan muy buen sabor de boca pero pasan como una exhalación. El viernes por la tarde salí pronto del trabajo y fui a revisar la bici plegable y, mientras me la miraban, compré una mochila para llevar el portátil, que se cuelga en la parte trasera del sillín, y una funda para protegerlo. Por la noche, cafetito terapéutico y cena con los de Castefa. El sábado por la mañana volví a coger la bici de montaña con los Lalalá después de mucho tiempo y me encontré muy bien con ella, incluso sobrado de fuerzas en algún momento. Por la tarde hice una horita de bodypump subiendo peso. Ya vuelvo a bombear con todos los discos que tengo y parece que el lumbago quedó atrás definitivamente. Por la noche fui al cine a ver Celda 211, que me gustó mucho, y a cenar. Y después otro cafetito (creo que empiezo a tener un problema) y otra de esas charlas tan gratificantes. ¿Será por la charla o por la compañía? Ayer en casita, aprovechando una tarde de domingo lluviosa como mejor se aprovechan: viendo una buena película acurrucado en el sofá y tapado hasta las orejas con una mantita. Se ve que jugaban el Barça y el Madrid... ¿Cómo puedes no ver un partido así? Igual no me gusta el fútbol tanto como a ti. O igual tenía cosas mejores que hacer que ver a veintidos tíos corriendo detrás de una pelotita. Por cierto, el portátil ni tocarlo...
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Hace 5 años
1 comentario:
Y lo a gusto que estás, lo relajadito que te quedas y lo que cunden las horas aunque parezca que vuelen. Calidad y cantidad, para eso están los fines de semana. ¿A que sí?
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