Sí, ya sé lo que pensaréis: que decirlo ahora es fácil, que cuando gana no lo digo, que lo hago para evitar palos... Pero la verdad es que estoy encantado de que ya no me importe el fútbol. Supongo que no pasó ayer, pero fue ayer cuando me di cuenta. Aún recuerdo cuando me despertaba al día siguiente de que eliminasen a mi Madrid de La Champions, que en aquel momento aún se llamaba Copa de Europa, y, al darme cuenta, sentía ese sensación de angustia en el estómago. Me propuse una y mil veces que no me importase. Ser vulnerable ante algo tan trivial me daba mucha rabia. Aún así, ¿cómo conseguir que no te importe algo que te importa? Eso es equiparable a proponerse ser espontáneo. "No puedo evitarlo, es mi naturaleza", le dijo el escorpión a la rana. Ayer el Barça le metió cinco al Madrid. Yo estaba en casa trasteando con el ordenador y oyendo el griterío ambiental en cada gol del eterno enemigo. Y no me sentí mal en ningún momento.
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Hace 9 meses
2 comentarios:
Sufrir y discutir por el fútbol es una pérdida de tiempo. Allá cada cual con sus gustos, sus filias y sus fobias. Conozco gente que cuando pierde su equipo hasta se queda sin cenar y sin dormir. Menuda chiquillada, no me digas. Y si te gusta mucho y tu equipo pierde, pues bueno, te puede sentar más o menos mal pero de ahí a amenazar con quemarse a lo bonzo frente a la ONU va un abismo. Qué vidas tan aburridas deben llevar esos fanáticos del balón. Un beso, guapo.
El problema es que es incontrolable: no puedes evitar que te importe, o por lo menos yo no podía :)
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