7:00 Suena el despertador.
7:05 Vuelve a sonar el despertador.
7:09 Me enfundo el disfraz de astronauta.
7:12 Tres polvorones y un vaso de Savia.
7:17 Monto las luces en la bici y lleno el chupóptero.
7:21 Meto la bici en el ascensor.
7:52 Llego a casa de PacoPani.
Para esa hora
Riddick Sarada ya hacía rato que estaba rodando. La
excursión que proponía era demasiado exigente para un simple mortal como yo montando una Rockrider 8.1
made in Decathlon. Así que me eché atrás. Seguro que mi rodilla está contentísima de haberse librado de semejante barbaridad :-)
Así que fuimos
llaneando hasta Sants (no sé si hemos hablado ya de la fijación de PacoPani por esta palabra) y cogimos el tren hasta Badalona. La previsión eran hacer unos 45 km. Al final se nos fue un poco la mano y acabamos haciendo 70 (80 si contamos los dos trayectos entre mi casa y su casa) con una media de unos 15 km/h. Llegué a casa a las 14:45. Esta vez Gregoriator no pudo venir. Lástima, se lo hubiera pasado muy bien.
A medio camino, la parada técnica de rigor para
reponernos. Esta vez nos portamos bastante bien: una tortillita francesa y cuatro rodajitas

de pan. Eso sí, se nos iban los ojos con el banquete del grupito de ciclistas sexagenarios. Se ve que con la edad se aprende lo que es realmente importante. Yo, que soy bastante
avispado, creo que empiezo a intuirlo... La ruta muy bien: bastante tranquila y muy diferente a lo habitual. Un paseíto por la playa, sin pendientes dignas de mención y sin incidentes reseñables. Bueno, miento. Ya de vuelta se nos cruzaron un par de surferas con trajes ceñiditos
-cómo se pega el neopreno- que se cruzaron de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, un ojo
pa cada
lao... mierda... ¿quién me ha movido el freno de sitio? Tengo que reconocer que no me molestó tanto como cuando se me había cruzado gente otras veces. Seguro que hay una razón, pero el caso es que no acierto a dar con ella...