
Por fin acabó el curso de
Inteligencia Emocional. Digo "por fin" no porque no me pareciese interesante, sinó porqué alargar la jornada cuatro horas más tres días a la semana estaba desmoronándome físicamente. El curso (o taller emocional, como le gustaba denominarlo a la profesora), de lo más recomendable, sobretodo por la conciencia interior que he empezado a adquirir. Haré más cursos de este estilo (PNL y coaching son los primeros de la lista), no tengo ninguna duda, pero tendré que esperar al año que viene porque el máster de formación del profesorado de secundaria está resultando más exigente de lo esperado. Me quedo como deberes con la lectura del libro de
Daniel Goleman, el psicólogo que acuñó el término.
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