martes, 8 de septiembre de 2009

Running

Segundo día saliendo a correr. La marca es bastante discreta, la verdad: algo más de dos quilómetros en unos veinte minutos. He llegado a casa extenuado, contento porque sigo entero y sin ningún dolor excesivo en ninguna parte del cuerpo, pero todavía dándole vueltas al cambio de ritmo. La verdad es que no le he visto venir y me he quedado quieto, con cara de tonto. De fondo me ha parecido oír el ta-ta-ta-taaaaaa. Supongo que, siendo rigurosos, he vuelto a ceder. Tengo menos credibilidad que un billete de mil duro: cambio de planes por n-ésima vez. ¿Me los cambian o los cambio y me convenzo de que me los cambian?

1 comentario:

Yolanda dijo...

Mi hermana, en sus tiempos gloriosos de atleta de élite, decía que salir a correr la reconciliaba con el mundo, le daba vida, le hacía alejarse de las preocupaciones. Úsalo tú también como terapia de choque, deja que las zancadas te lleven a vivir tus sueños, aunque sólo sea por un ratito. Besos, rey.