sábado, 25 de octubre de 2008

Los amigos están para eso

¡Vaya bronca me echó una amiga ayer! Una conversación inocente, tras un comentario mío diciendo que acababa de llegar de trabajar, se convirtió en una retahíla inapelable de verdades:

Cada vez te veo más cansado [...] ¿no salías los viernes a las tres? pues ya son las siete [...] se te nota nervioso [...] no puede ser que trabajando doce horas llegues a casa y tengas que seguir [...] haz tu trabajo, sé más egoísta con tu tiempo, no lo regales a los demás [...] tienes que dormir más, no puedes aguantar durmiendo tan poco...

Lo peor de todo es que no pude ni abrir la boca -yo callado, lo que son las cosas- porque tenía más razón que un santo, que una santa en este caso: contra hechos no caben argumentos. No me descubrió nada, por supuesto, ya era consciente de que trabajo demasiado, pero expuso la situación de una manera tan demoledora que llevo todo el día pensando qué puedo hacer para cambiarla. Una de esas broncas que se agradecen...

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