martes, 25 de agosto de 2009

La compra del soltero

  • Yogures desnatados de ciruela.
  • Una tarrina de queso de untar light.
  • Pan tostado integral.
  • Dos chapatas.
  • Melocotones.
  • Ciruelas.
  • Uvas.
  • Plátanos.
  • Melón.
  • Sandía.
  • Paraguayos.
Asquerosamente hipocalórico. He tenido -de hecho tengo- un problemilla hemoalaico y he optado por subsanarlo a base de extremar aún más mi dieta, beber una cantidad irracional de agua y no hacer bodypump y bicicleta. Este último punto lo llevo bastante mal: dejar de hacer ejercicio físico, aparte de que no sé donde gastar las fuerzas, se traduce en que el cerebro centrifuga a 1200. Así que para no divergir más de la cuenta, he ido a comprar. Luchar con el escuadrón de marujas y pensar demasiado no es compatible. Además, había una razón objetiva de fondo: me quedaba muy poca fruta y yogures, pilares ambos de mi dieta postlaboral. Cuando he vuelto a casa, agotado por el último juego de codos frente al expositor de ciruelas de oferta, he disfrutado de uno de esos momentos mágicamente sencillos: mirar llover desde la ventana mientras saboreaba un bocadillo de pan recién hecho untado con queso fresco. Sublime.

1 comentario:

Yolanda dijo...

Ah, pero ¿la lluvia sigue existiendo?. Lo digo más que nada porque creo que ya no me acuerdo de cómo es. Pero verás como llegan las fiestas de aquí (14 de este mes) y comienza el diluvio y el frío. Maldito Murphy. No te quejes tanto. Hacer la compra es casi una catársis para los sentidos. Eso si, no trates de colarte o la venganza será terrible. Besis.