
Porque hoy era Sant Jordi. Quince días alejado de la vorágine comercial me habían hecho olvidarlo, pero los
puestecitos de rosas en cada esquina me han devuelto a la realidad de golpe. Curioso como algo que aborreces cuando es obligado puede ser tan añorado cuando deja de
serlo. ¡Qué bien sienta recibir un guiño de quien no esperabas nada pero esperas tanto!
1 comentario:
Siempre me ha parecido una tradición muy bonita. Rosas y libros, una combinación perfecta. De un año para otro hay cosas que cambian, pero seguro que cuando menos te imagines los puestos de rosas volverán a tener su sentido. Besitos.
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