jueves, 2 de octubre de 2008

Amigos

Siempre me he preguntado que tienen los amigos para que les aguantes esos detalles tan odiosos que no soportas en el resto de gente. No soporto que me digas que no tengo ni puta idea. No soporto que me des la razón sólo para dejar de oírme argumentar en contra. No soporto oírte decir que la amistad es algo circunstancial para ti cuando yo te considero mi mejor amigo. Ah, y eso que me acabas de decir, porque eres tú, que si no...

Han pasado ya diez años. Recién salido de la universidad, preparado para cobrar los 12.000.000 de las antiguas pesetas de las que hablaba mi profesor de circuitos, encontré mi primer trabajo. El sueldo era irrisorio. A años luz de los delirios de aquel señor de apellido impronunciable... ¡PAM! La primera en la frente. Tarde sólo cuatro meses en cambiar de trabajo, pero el balance fue muy positivo, ya que encontré algo muy importante para mí: un amigo. Aún me pregunto por qué. Alto, guapo, atlético, simpático y muy inteligente. Un triunfador. En todos los aspectos: en el trabajo, con las mujeres, con los amigos... No teníamos nada en común: eramos de ambientes radicalmente opuestos, íbamos a ritmos diferentes y nunca veíamos la vida con los mismos ojos. Sin embargo, diez años después mantenemos el contacto, y cuando pasa tiempo sin saber del otro nos llamamos para ver cómo va todo. Y le he explicado cosas que nadie más sabe.

Mi última sorpresa en cuestión de amigos ha sido una amiga "virtual", que conocí en una web colaborativa de opiniones sobre productos. Me aficioné a leer sus opiniones, y supongo que a ella también le gustaba como escribía. Después, un comentario en una opinión, un "¿qué tal estás?", un "buen fin de semana". Supongo que llegamos a crear un vínculo. Incluso me dio su receta del tiramisú :-) Luego pasé por un periodo difícil y dejé de participar en esa web, porque me traía malos recuerdos. ¿Qué te pasa? ¿Cómo es que no entras? Y se lo expliqué. Curioso, curioso, Mr. Meloguardotopamí explicando sus sentimientos a una extraña... ¿o no era una extraña? En cualquier caso, sus consejos me ayudaron mucho, más por el tono reconfortante que por el consejo en sí: vive el momento, racionalizar está bien pero según para qué, quieres buscar una razón pero lo más probable es que no haya razones... Ah, además me invitó a tomar algo en el cumpleaños de su hijo y quería enviarme un puro de la comunión de su gordita, que no me olvido...

Por cierto, la 1:22 AM. Y mañana (hoy) a las 8:00 en el trabajo... ¡A güermir! O por lo menos a intentarlo...

2 comentarios:

Yolanda dijo...

¡¡Lo conseguí!! Y no sabes lo que me alegra volver a encontrarte en este mundo virtual. Con esos ojitos del gato de Sreck, que me tienen loca, ladrón...
Al hilo de tus comentarios, los suscribo por completo. Llevo fatal lo de tener que tragar carros y carretas en nombre de una pretendida amistad, por mucho que la lleves contigo desde 7º de EGB, como a mí me ocurre. Debe ser por esos malos pensamientos o porque he sido muy bicho en otra vida anterior, como decía una de mis compañeras de la facultad, que ahora me tengo que comer con patatas lo que me echen. Y no, que ya estoy mayor para tonterías. Pero te sigues callando para tener la fiesta en paz las pocas veces que te ves con ellos y pensando que no dicen ni hacen las cosas con mala intención, mientras andas con pies de plomo tratando de no meter la pata con algún comentario inadecuado. Eso sí, ellos no parecen tener tantos remilgos y allí te quedas con cara de panoli sin saber muy bien de dónde te ha caido la "colleja psicológica", esa de la que tanto hablaba mi amigo Jorge antes de volverse idiota por completo, dejar de hablarnos, dejar a su mujer y a sus hijos y embarcarse en un macroproyecto de ingeniería en Argelia. Vivir para ver.
Empiezas a perder la fe en la amistad y llegas a dudar de que realmente exista, manteniendo unas relaciones que consisten en llamarse una vez al mes, cuando nos llamamos, o en decirnos de cuando en cuando que a ver si quedamos un día de estos. Pues pon día y hora, no te fastidia la profesional ultraocupada de las narices...
Pero sin saber muy bien cómo, un día te poner a charlar con esa chica que veías cada verano en la piscina y sabías que vivía dos portales más abajo. Te parecía más rara que el copón, pero tras la primera hora de conversación te das cuenta de que tienes más en común con ella de lo que podías imaginar. Y ahora es mi amiga, con mayúsculas, porque hemos compartido muchos momentos buenos pero, sobre todo, nos hemos apoyado mutuamente en los malos, cuando realmente necesitas un abrazo y un oido bien dispuesto.O puede que ocurra de otro modo, con una pizquita de magia y un mucho de buena suerte, como me pasó contigo, sin que nos hayamos conocido personalmente pero compartiendo "secretillos" y conversaciones que quizá no tendríamos de otro modo. Eso une más de lo que parece y sí, somos amigos. Lo corroboro y lo certifico.

lucalvago dijo...

Creo que tenemos una idea de la amistad bastante parecida. Empieza, como tu dices, con una pizquita de magia y un mucho de buena suerte, pero luego hay que cuidarla porque si no se acaba convirtiendo en compromiso. Y como tu dices, ya estoy mayor para tonterías...

Por cierto, veo que sigues escribiendo tan bien como siempre. Supongo que eso fue la pizquita de magia, ¿no?