lunes, 4 de mayo de 2009

Tengo un amigo que...

Siempre me ha hecho gracia esta manera de disfrazar nuestras preocupaciones para buscar el consejo de la gente que nos importa sin sentirnos vulnerables confesando lo que sentimos. Esta vez, y sin que sirva de precedente, es verdad: no soy yo. Pero en el fondo no puedo evitar sentirme muy identificado con él. Poner en un plato de la balanza estabilidad y en el otro ilusión y esperar que se mantenga en equilibrio es demasiado optimista. Él me lo explica con naturalidad, quitándole importancia, pero no puedo evitar decirle que no lo veo claro. No me gusta dar consejos: no soy quien para darlos y no creo que tenga suficiente sentido común para que sean útiles. Pero, aunque parezca una contradicción, veo claro que tiene la mirada limpia. Es un niño grande, y me gusta como piensa. Además, si decidiese apostar por poner unos gramos de más en el plato de la ilusión, tampoco le podría decir que me parece mala opción. Hace unos años un amigo, rompecorazones vocacional, seductor incorregible y en aquel momento maltratado por una mujer me decía que no cambiaba lo que estaba sufriendo porque si le dolía tanto perderla era porque la había amado en la misma medida. No lo entendía. ¿Sufrir por sufrir? ¡Qué tontería! El tiempo y la vida me han hecho entenderlo. Sufrir te da la medida de lo que has querido algo o a alguien. Y te lleva a sorpresas muchas veces: puedes recuperarte fácilmente de un mazazo que pensabas que sería definitivo, y luego quedarte tocado durante meses por algo trivial. ¿O no fue tan trivial? "Si sufro, me siento vivo. Quiero sentirme vivo" me decía. Y yo no le entendía. Sentirse vivo o sentirse seguro. Hay que escoger.

1 comentario:

Yolanda dijo...

Uno de mis compañeros de facultad, que a veces se perdía en las profundas aguas turbulentas de su enamoradizo corazón, también decía que es mejor amar y perder que no haber amado nunca. Pero la ilusión nos mantiene vivos de verdad, aunque esa ilusión sólo se componga de quizás, a lo mejor y puede ser. Sin esas pequeñas luces en nuestro camino no hay quien vea nada, ni de día ni de noche. Besitos.