domingo, 31 de mayo de 2009

Terapia

Después de alejar los últimos aleteos del remordimiento, tras asumir un fin de semana sin trabajar, y de gastar el sábado entre la bicicleta y la playa, lo cual normalmente garantiza cansancio y relajación, oooootra noche sin dormir. A las siete he decidido levantarme definitivamente, después de intentar volver a las redes de Morfeo inútilmente durante varias horas. A las siete... creo que aún no habían puesto ni las calles. He encendido el ordenador y he visto a Lluís. Nem a la platja? A las 9:30 ya estábamos en Castelldefells. Han sido tres horitas de reconfortante conversación mientras él intentaba pasar de blanco leche a blanco café con leche y yo disimular mi moreno cebra. Hemos hablado de todo y de nada. Tiene las cosas muy claras y sabe escuchar. Me ha ayudado -otra vez- a poner en orden mis pensamientos... ¿o debería decir sentimientos? Parece mentira como algo tan aburrido como ir a la playa puede llegar a ser tan gratificante.

1 comentario:

Yolanda dijo...

¿La playa, aburrida? Cómo se nota que la tienes muy a mano. Si no hay nada más divertido que tumbarse al solete y contemplar el paisaje y el paisanaje. Las cosas que se ven. Además si llevas una compañía tan grata y puedes dedicarte al noble arte del hablar por hablar, es todavía mejor. Todo entra dentro de la terapia, no sólo la conversación: el sol, la arenita (aunque te parezca muy fina), el calor, el sonido del mar... Qué envidia me das...